Óscar Jaenada es el padre de Luis Miguel en Netflix: "Yo no soy español, ni americano, ni de ningún lado"
Gonzalo Cordero. Revista Esquire. México, 26 de abril de 2018
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Óscar Jaenada es el padre de Luis Miguel en Netflix: "Yo no soy español, ni americano, ni de ningún lado"
El actor barcelonés alaba la serie mexicana sobre la vida del cantante y critica a los productores españoles: "Mi forma de trabajar no cuaja con la manipulación a la que ellos están sometidos".
Óscar Jaenada estaba un día en su casa de Madrid cuando, por sorpresa, se presentó allí un productor mexicano con un libro. Una biografía. En esa época, Jaenada estaba preparando una película en Canadá, y devoró el texto del tirón entre vuelo y vuelo: "Mientras lo leía, apuntaba muchas veces la palabra 'por qué'. El libro hablaba de Luis Rey, el papá de Luis Miguel, y me suscitó un gran interés como actor". Nos habla de este y otros proyectos desde una montaña perdida por Euskadi… Y no es casualidad que en cinco líneas hayamos citado cuatro ubicaciones distintas. La carrera de Óscar Jaenada parece basarse en el movimiento, tanto interno como externo, y por eso cuesta capturar su esencia en una entrevista, lo mismo que encasillarlo con cualquier etiqueta. O nacionalidad, tema espinoso en estos días de ruido y susceptibilidad extrema. Como dice el propio actor de sus personajes, desde Esquire empatizamos, y "que juzgue el público".
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Es muy buena noticia. Ya lo fue poder trabajar con Fernando León, Javier Bardem y Penélope Cruz, y si ya te dicen que está funcionando bien… Pues muchísimo mejor. Para mí es un momento dulce, también por el estreno ahora en Cannes de El hombre que mató a Don Quijote, y con buenas noticias también desde Netflix, porque parece que la acogida de Luis Rey ha sido muy buena.
¿Qué te atrajo de la serie de Luis Miguel? Porque sorprende que se haga un biopic con el protagonista vivo…
Sí, y con este nivel de implicación [el cantante incluso aparece en el primer capítulo, infiltrado entre el público en la recreación de uno de sus primeros conciertos]. En Luis Rey encontré esa empatización con el personaje que tanto nos cuesta y nos gusta, así que me pareció un buen reto.
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¿Qué feedback te ha llegado después del estreno?
Desde el primer capítulo me odian, pero también me dicen que no pueden apartar la mirada. Eso es interesante. Mi trabajo en este caso, como el de cualquier actor que quiere interpretar un buen malvado, es que al final caigan bien, que el público empatice con el perverso.
¿Te has ceñido al guión o has investigado por tu cuenta?
Ellos ya saben qué tipo de actor soy, cómo trabajo, cómo investigo mis personajes. Posiblemente la investigación del actor sea más profunda que la del guionista. Tuve la suerte de que la showrunner, Carla González, empatizó mucho con eso. Y cambiamos muchísimas cosas, incluso asuntos que descubrimos y valoramos que había que alterar el guión, no según la acogida del público sino por el criterio de los artistas. Creo que eso es un valor añadido a esta producción.
Luis Rey era de Cádiz, un artista de flamenco… Es inevitable que lo comparemos con tu gran Camarón.
La verdad es que para mí no hay paralelismo, estoy muy alejado mentalmente y actoralmente de Camarón. Hay una progresión, una experiencia añadida… Esto es un paso más. Obviamente el acento es el mismo, lo trabajé igual porque eran los dos de San Fernando, y el actor también es el mismo. Pero intento salvar las distancias y que no se relacione. En Camarón quizá el trabajo era más vocal, y aquí más de trabajar con la guitarra.
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Pero aquí no eres el que canta, ¿no?
No, yo no soy el que canto en ningún lado.
¿Cómo haces para no juzgar a un personaje que, al menos de primeras, resulta tan mezquino?
Yo nunca juzgo a los personajes. Me parece muy interesante que el público lo haga, pero no es mi cometido; al revés, si lo hiciera no podría tener naturalidad en mis actos. Los juzgo antes de aceptar el proyecto: “¿Me va a aportar algo?”. Pero una vez que ingreso la nómina, todo eso acaba. Me limito a empatizar con él y a justificarlo. Que lo juzguen los demás.
Uno de los puntos fuertes de la serie es esa recreación de ese México ochentero.
Sí, yo también trabajo mucho con maquillaje, vestuario, peluquería… Para que los personajes se ciñan mucho a la realidad. En esta serie hay varias escenas copiadas de la vida real, y hemos buscado que los actores llevemos la misma camisa, el mismo peinado… Es un añadido que yo personalmente disfruto, son como pinceladas en los laterales del cuadro.
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¿Ha sido complicado evolucionar con el personaje a lo largo de unos 20 años?
Quizá me resultó más fácil porque yo hago de Luis Rey durante los 13 capítulos, pero a Luis Miguel lo interpretan tres actores diferentes en función de las edades. Eso me ayudaba a situarme, con cada uno me comportaba diferente en función de la etapa de la vida.
En el primer capítulo se plantea una especie de lucha de egos entre el padre y el hijo. ¿Es un conflicto con el que estás familiarizado?
Personalmente me cuesta mucho entender cualquier tipo de celo con un hijo, ya sea profesional o de cualquier otro tipo. No lo concibo. De hecho creo que Luis Rey no sentía celos por Luis Miguel, creo que se lo tomó como una segunda oportunidad, hasta que se enteró de ciertas cosas. No cree que no tuviera talento, sino que no tuvo suerte.
Al ser una serie tan pegada a la realidad, salpican noticias como que el director de Viña del Mar asegura ahora que Luis Rey le daba cocaína a Luis Miguel con 14 años.
Algo me llega, sí. Yo desde el primer día dejé claro que entraba en el proyecto por el personaje de Luis Rey. De Luis Miguel solo conozco dos canciones y ni me las sé, simplemente las he escuchado. Por tanto estoy muy alejado de todo el gossip este. He actuado con mucha libertad. Ahora, después del estreno, entiendo que me vinculen un poco a Luis Miguel… Pero a mí, ni fu ni fa. Sé que a Luis Miguel le gustó mucho mi interpretación de Luis Rey y, como en su día con Camarón me quedé con el comentario de La Chispa, en este caso me quedo con el comentario de su hijo. Que es con quien he hablado para que me contara. Todo lo demás es chismorreo.
¿Cómo fue esa conversación con Luis Miguel?
Simplemente le hice algunas preguntas, tenía un par de cosas que necesitaba saber. Pero no son cosas tan trascendentales como se puede llegar a pensar, sino más del tipo de a qué hora se levantaba por las mañanas y o qué desayunaba. Eran preguntas que se me habían quedado en el aire, no relacionadas con lo que piensa Luis Miguel de su padre. Ese no era mi trabajo, era más el de Diego Boneta [el actor que interpreta al cantante de veinteañero]. El mío era más de investigación de archivo.
¿No te daba a un poco de morbo conocer más esa intimidad?
No, morbo ninguno. Ninguno. Simplemente la figura de Luis Rey me pareció muy interesante, vi un par de historias de su biografía que me parecieron muy de película, casi difíciles de creer. Eso es lo que me gusta: dar sentido a todo eso.
Hay un episodio muy oscuro sobre la desaparición de su mujer… ¿Se aborda en la serie?
Sí, se aborda todo lo que fuimos descubriendo e investigando. Para cerrar el personaje verás ciertas cosas… ¿Qué pasó con Marcela? Tenía que estar. Ha sido un trabajo muy duro, más de medio año de implicación. Durísimo. Mucha investigación, mucho tocar guión, mucha concentración…
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No, yo soy nacido en Barcelona. Yo no tengo banderas ni regiones ni fronteras. El mercado, que es lo que me interesa para trabajar, cuanto más amplio, mejor. Para hacer lo que yo quiero y para vivir como yo quiero. Simplemente eso, no hay nacionalismos por ningún lado ni vueltas que dar a la tortilla: yo no soy español, como no soy americano ni soy de ningún lado. Yo soy nacido en Barcelona y mi hijo vive en en País Vasco, es lo único que me importa. Eso es con lo que me quedo. Por lo demás, me gusta trabajar aquí, allí… Donde esté la mejor oferta, el mejor personaje. Es mucho más fácil trabajar en lo que uno cree cuando el espectro y la perspectiva son mucho más amplios. Gracias a Dios hace ya años que vi cómo funcionaba el panorama allí donde yo vivía, en España, y me planteé otros mercados: el mexicano me funcionó muy bien, el norteamericano también, y el argentino. Tanto en inglés como en castellano, que son las lenguas más potentes en el cine, se me abre el espectro de películas en ambos idiomas, también he rodado en catalán y en euskera, o con acento panameño, acento costarricense… Soy del sitio que sea durante los meses de rodaje. Nacionalismos, ninguno.
Sí que llevabas mucho tiempo sin hacer televisión en ningún país, desde los Piratas de Telecinco. ¿Tenías algún prejuicio?
Pues bueno… Es un poco todo. Ahora la oferta más interesante ha venido por ahí, luego me dijeron que era Netflix, que ya sabes que es una productora que no busca la cantidad sino la calidad, es primordial para ellos.
Volviendo al cine, ¿qué podemos esperar de la versión de Don Quijote de Terry Gilliam, 20 años después de que iniciara el proyecto?
Justo estaba viendo el tema del doblaje en español, y finalmente hemos decidido que yo no me doble a mí mismo. Admiro a Terry Gillian desde hace muchísimo tiempo, y que él insistiera tanto en contar conmigo… Casi de una forma naif, me quería fuera como fuese. En España no les caigo muy bien, o mi forma de trabajar no cuaja con la manipulación a la que ellos están sometidos, pusieron trabas para que yo no trabajara ahí. Pero Terry se empeñó en que fuera ese personaje y la verdad es que le estoy muy agradecido por haber formado parte de una película que lleva más de 20 años intentando hacerse. El personaje es fantástico. A Terry Gillian le encantaban mis dotes de circo, me subía en unos zancos, millones de cosas maravillosas que disfruté como un enano viéndole a él disfrutar con ese Quijote que lleva tantísimo tiempo queriendo hacer.